A quién espera… la desesperan

Una de las peores cosas que le pueden pasar a una embarazada es llegar al día D y que no se ponga de parto. Por experiencia sé lo pesado que son los últimos días, y eso que B nació en la 39+3 y la Chica en las 40 clavadas, pero aun así los últimos días de ambos embarazos fueron horribles, y si vives en un pueblo más.

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Las personas, por naturaleza, somos cotillas, nos gusta interesarnos por la vida de los demás. Pero las personas de pueblo, lo somos más (y digo somos porque yo también tengo ese gen), y cuando vives en un pueblo y estás a punto de reventar, todas las miradas se fijan en ti, todo el mundo quiere saber cuándo te toca y todos son muy brujos para fijar la fecha de parto. Ese interés es de agradecer la primera, la segunda, y hasta la tercera vez, pero llega un punto que estás hasta el moño de que te paren por la calle.

Hoy, hablando con mi hermana, que está a puntito de ser mamá por primera vez, me he acordado de todas y cada una de las frases que me decían a mí los días (semanas) previos, y que seguro las mamás que hay por aquí también habéis escuchado.

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Ser madre y vivir en una noria

Hola? Hay alguien ahí? Espero que alguien quede por estos lares después de más de tres meses sin actualizar. Por un momento hasta he creído que había dejado de tener un blog, pero chicas, la vida no me da para más. Además, reconozco que quiero hacer cambios en el blog, reorganizar cositas y cambiarle un poco la cara, y con la excusa de reemprender mi aventura cuando eso esté hecho, ni escribo ni nada… Fatal, lo sé. Pero nadie dijo que esto fuese fácil.

Bueno, total, a lo que iba. Vengo a reflexionar un rato. Hace días que leo por todos sitios debates sobre conciliación, sobre el mercado laboral de las madres, sobre educación con apego, sobre Montessori, sobre los deberes… Vídeos de niños que reclaman a sus madres, otros que las adoran en público, pero que en definitiva lo que piden todos es tiempo con ellas. Es tanta la información que nos llega sobre la maternidad y sobre la educación que una ya no sabe si lo está haciendo bien o no. Ah! Y luego no olvidemos que acabamos de pasar el 8 de marzo, día en el que estuve cabreada todo el día refunfuñando que ‘esto es una mierda’ y que ‘nos han timado’.

Os pongo en situación. Soy de las, por lo que veo, pocas mujeres que puede compaginar bastante bien su vida laboral y maternal (lo de personal lo dejamos para cuando las niñas sean un poco más grandes). Trabajo asalariada cinco horas diarias, lo que me permite estar con mis hijas toda la tarde. Recogerlas en el cole, llevarlas al parque, jugar con ellas, merendar juntas, bañarlas, disfrutar de ellas, vaya. De lo bueno y de lo malo. No olvidemos las pataletas de B a pie de calle, las caídas constantes de la Chica, los ‘ahora lo tenía yo’, los celos, etc. Pero en general, puedo decir que estoy contenta con poder vivir bastante sus días.

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