La Early Rider de B

Hay un momento en la vida de cualquier niño en el que quiere una bicicleta. A nuestra hija ese momento le llegó antes de Navidad. Bueno, de hecho no sé si le llegó o fuimos nosotros quienes le incitamos a ello. La cuestión es que para Reyes el regalo estrella de la niña fue una bici. Así pues, nos tocó buscar ‘la bici’, o más bien le tocó al padre, que fue el encargado de encontrarla.

Teníamos claro que tenía que ser una bici de madera, solo nos faltaba encontrar la mejor. Vimos unas cuantas, empezando por las de Decathlon o Imaginarium, pero no había ninguna que nos convenciera (léase, le convenciera), hasta que dimos con la Early Rider Classic. La estética chopper fue la que encandiló a Uri, aunque luego la madera, el cuero del asiento y las ruedas neumáticas y llantas de aluminio hicieron el resto.

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De bebé a niña

Cuando al nacer B la gente me decía eso de ‘aprovéchate que crecen muy rápido’ no me lo creía. Las primeras semanas de vida de cualquier bebé te pasan a la velocidad de la luz, pero la lactancia, las noches sin dormir, las 24 horas del día a su lado y todo lo que son los primeros meses, hace que veas muy lejos el día que ese bebito se despegue un poco de ti. Esta vez, las voces experimentadas en la materia tenían razón: los días pasan que ni te enteras (a no ser que estés embarazada jajaja) pero en lo que a crecimiento de los niños se refiere, va todo muy rápido.

No sé si es el inminente nacimiento de la hermana pequeña o qué, pero hace días que cuando miro a B ya no veo un bebé, veo a una niña (o a una mini mujer en ocasiones). Tengo la suerte de poder pasar todas las tardes con ella, y me fascina, y cada día descubro cosas nuevas. Sí, mi hija me tiene flipada (como a todas las madres sus hijos, claro) en muchos sentidos. A sus dos años y tres meses, tiene un carácter que no le cabe en el cuerpo y eso tiene su parte positiva y su parte negativa. Creo que estamos frente a lo que llaman ‘los terribles dos’ y B viene dispuesta a hacernos saber que ella es muy larga… (y yo a fardar un poco de niña, que aunque en ocasiones pierda los nervios, me la como entera).

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DIY: un conejito de cartón

Estoy en pleno subidón handmade. Lo largo que se me está haciendo este embarazo, el aburrimiento y la necesidad de ‘matar’ las horas hace que no pueda dejar de pensar en pequeñas cositas que puedo elaborar con lo que tengo a mi alcance. No creáis que no haga nada más en todo el día… También limpio, trabajo, cuido de B y descanso, pero es que el día es muuuuy largo cuando una está en casa mañana, tarde y noche.

Total, a lo que iba. Hace unos días, Lucía ‘Baballa’ publicaba un post con un DIY muy sencillo: un perro de cartón. La verdad es que fue verlo y pensar ‘tengo que hacerlo’. Los perros no son sangre de mi devoción así que busqué otro animal que me gustase y no podía ser otro que el conejo. Durante muchos años tuve uno, se llamaba Teo, y era la bola de pelo más bonita que han visto mis ojos. Le tenía mucho cariño, la verdad.

Así que busqué la forma de un conejo en la red, la dibujé en un A4 y la copié encima del cartón. En total dibujé y corté tres formas, porque el cartón que tenía era muy grueso y con tres capas ya tuve suficiente. Las pegué entre ellas con cola blanca, las limé un poquito y les puse un lacito. No hay cosa más fácil para la tarde de un sábado.

Este es el resultado:

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A mí me gusta mucho el resultado. ¡Espero que a vosotros también!

El segundo embarazo

Hoy vengo a desahogarme, tal cual. A contaros que justo mañana entro en la semana 39 de mi embarazo y parece que hace un siglo, por no decir dos, que en el predictor salió eso de ‘embarazada 1-2’. Porque que no os engañen, no dura lo mismo un embarazo que otro. El tiempo, una vez más, ha vuelto a engañarme. Estas últimas semanas se están haciendo muy largas, todo lo largo que no se me hizo el primero.

Al principio de esta aventura creí que iba a ser un pimpam, por eso de que teniendo a otra hija estaría más ocupada y no tendría tanto tiempo de pensar en el embarazo. Mentira. He estado más ocupada y no he tenido tiempo de pensar, pero se me ha hecho eterno. Ya lo dicen, que no hay dos ‘9 meses’ iguales, pero ¿tan distintos? Noooooo.

Para que os hagáis una idea, os hago una comparativa entre lo que fue mi primer embarazo  y lo que ha sido el segundo. Sé que todos los hijos se quieren por igual, estoy segura, no lo pongo en duda, pero lo que son las 40 semanas antes de ver su cara, no se viven igual, eso tenedlo claro desde ya.

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DIY: móvil con barcos de papel

Ya os he contado muchas veces que estoy enganchada a Pinterest. El otro día, en uno de mis ratos ‘libres’ me puse a buscar proyectos fáciles para hacer un móvil para la habitación de las niñas. El único que tenemos es de una casa de juguetes y es cutre a más no poder, a B nunca le ha hecho gracia y lleva en un cajón desde sus inicios. Pues bien, saltando de un pin a otro fui definiendo cómo quería que fuese ese móvil y decidí que tenía que estar hecho con ramas naturales y barquitos de papel. Con ramas, porque están muy de moda y me encantan como quedan. Lo de los barquitos fue por tirar de cosas fáciles. Ya me ha costado aprender a hacer un barco de papel, como para tener que hacer pájaros de origami, nubes de algodón o pompones (sí, no sé hacer pompones de lana). Si con el tiempo me veo capaz de hacer algo más elaborado, lo intentaré.

Total, que esa misma tarde aprovechando que Uri salía a correr le encargué que me trajese ramas o troncos. Normalmente en los tutoriales siempre hablan de tronquitos de playa, de esos que arrastra el mar y vienen pulidos. Como aquí no tenemos mar, pero sí unos bosques muy chulos, pensé que podían servirme igual. Y no me equivoqué, pues Uri apareció con ramas pulidas. No sé qué las pule en el monte, pero que sepáis que los de interior también podemos encontrar cosas chulas en nuestra tierra.

Os muestro primero algunas fotos encontradas en Pinterest y que me han servido de inspiración y luego ya os mostraré qué es lo que he logrado hacer yo.

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 (El último me tiene el corazón robado, algún día me lanzaré a hacer uno igual para otro rincón de la casa)

Y ahora os enseño lo que hice yo, que no tiene mucho secreto, la verdad. Vamos paso a paso, por decir algo, porque es tan sencillo que no necesitaría explicación.

1) Escoger los papeles con los que hacer los barquitos, los míos son gruesos. Al principio creí que no iba a poder manipularlos bien para hacer los barcos, pero no tuve ningún problema.

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2) Hacer tantos barcos como uno quiera. Como mi nivel de papiroflexia es más bien bajo, busqué un tutorial en la red. En mi caso hice ocho barquitos, pero eso va a gusto del consumidor.

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3) Pasar hilo blanco (también puede ser hilo de pesca u otro material) por el barquito. Como no sabía cómo hacerlo, inventé. Pasé una aguja de abajo a arriba del barco y luego pegué con cinta adhesiva el hilo en el hueco que queda. Seguramente hay mil maneras de hacerlo, a mí me fue bien así  y no se ve el truco.

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4) Atar los barquitos a las ramas.

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5) ¡Voilà!

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No sé a vosotros, pero a mí me encanta el resultado. Una manualidad rápida y fácil de hacer y que queda súper bien en la habitación de las niñas.

¡Espero que os haya gustado!

Feliz fin de semana.